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Ansiedad y depresión en niños

Cada día es más común que los adultos padezcan ansiedad y depresión debido a que vivimos en una sociedad que nos exige mucho, tenemos muchas responsabilidades y queremos abarcar más de lo que podemos. Por ello, surgen los problemas de ansiedad y depresión. Sin embargo, no sólo los adultos somos los que padecemos estos dos problemas, también ha ido en aumento el número de niños que los padecen.

Normalmente, los problemas psicológicos que padecemos los adultos tienen una serie de síntomas que son los que hacen visible ese problema, y algunos de estos síntomas en los niños (para el mismo problema) suelen ser diferentes. Hay muchas acciones que nos indican que una persona tiene ansiedad; por ejemplo si se muerde las uñas, se arranca el pelo, etc. En cuanto a la depresión se ve a la persona más apática, menos activa.

Desde nuestro centro creemos que es importante que se aborden estos problemas, especialmente cuando los padecen los niños ya que pueden afectar a su desarrollo tanto social como personal. Por eso, queremos compartir con vosotros este artículo publicado por el COP (Colegio Oficial de Psicólogos).

Infocop Ansiedad y Depresión en niños

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Afrontar la llegada del verano

A pesar de que en muchas partes de España todavía no nos hemos dado cuenta, el verano está a la vuelta de la esquina y con él, el final de curso y las vacaciones de verano. La mayoría de los estudiantes están deseando que llegue para terminar sus exámenes y para poder disfrutar de más tiempo libre.

Sin embargo, para los padres es otra historia, y más aún si ambos trabajan. Durante el verano a muchos padres les resulta difícil organizarse para poder trabajar y cuidar de sus hijos, que ahora están las 24 horas en casa con ellos. Si los hijos tienen una cierta edad, no es problema ya que pueden hacer la mayoría de las cosas solos, pero si son pequeños necesitan atención.

Por ello, cada vez más padres deciden llevar a sus hijos a campamentos de verano, de los que cada día hay más. Los hay de deportes de idiomas, en granja-escuelas e incluso hay campamentos urbanos. Es una buena opción ya que los hijos pueden divertirse aprendiendo nuevas cosas y conociendo a otros niños y los padres pueden tener unos días tranquilos.

Además de los campamentos durante el verano hay una oferta muy amplia de actividades que se pueden realizar con los hijos, así ellos se mantienen activos durante el día para que puedan conservar sus hábitos de sueño. Es importante que, dentro de una flexibilidad, se mantengan unos horarios similares a los del curso. De este modo, los hijos tendrán menos problemas a adaptarse de nuevo en Septiembre cuando inicien el nuevo curso.

¿Y qué pasa con los que han suspendido asignaturas? Todos, desde los niños pequeños hasta los universitarios temen suspender asignaturas. Para los más pequeños significa estar con nuevos compañeros mientras sus amigos siguen adelante, y para los universitarios retrasar el fin de sus estudios y quizás tener que cursar más asignaturas para el año que viene. Si se han suspendido los exámenes finales pero aún no se ha hecho la recuperación (o los exámenes de Junio, Julio o Septiembre) lo mejor es hacer un último esfuerzo y sacar adelante lo que se haya suspendido.

Así que, en estos momentos tan estresantes os deseo mucha suerte a todos en vuestros exámenes y que disfrutéis del verano que está a punto de llegar.

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Familias reconstituidas

Este término hace referencia a aquellas familias en las que uno o ambos miembros la actual pareja tienen uno o varios hijos. Hoy en día esto ocurre relativamente a menudo ya que cada vez más parejas deciden separarse cuando no funciona la relación, tengan o no hijos.

El inicio de una familia reconstituida suele ser difícil ya que todos los miembros que la forman deben adaptarse a la situación. Habitualmente esta adaptación suele resultar más difícil para los hijos ya que el padre o madre sí ha podido elegir a la persona con la que formar esa familia y los hijos deben aceptar una nueva figura.

Esta adaptación al principio suele ser complicada ya que aunque la pareja tenga una buena relación no suele ser tan fácil con los hijos de sus pareja. Los hijos suelen tender a rebelarse contra el padrastro o madrastra, no obedeciendo a lo que esta persona les dice, diciendo que no puede mandarle ya que no es su padre o madre, etc. Si los dos miembros de la pareja actual tienen hijos puede ser beneficioso para la adaptación dependiendo de las edades de los niños y de su actitud frente a la nueva situación. Otras veces, lo que genera es más complicaciones.

Por todo esto, y porque para la pareja también resulta muy difícil llevar esta situación, lo mejor es ir dando pequeños pasos para que todos los miembros puedan adaptarse. Cuando la relación se convierte en algo serio y la pareja se plantea convivir, casarse o avanzar de alguna manera en la relación, lo ideal sería esperar un poco e ir ayudando a los hijos a hacerse a la idea. Es decir, cuando la pareja llegue a ese punto sería el momento de explicar a los niños que su padre o madre ahora está con otra persona, que esa persona le hace feliz y que quiere conocerles a ellos también. Es muy importante hablarles de forma que puedan entender la situación ya que si los niños son capaces de comprender la razón les resulta más fácil aceptar la nueva situación. Después, antes de convivir sería bueno para todos que de vez en cuando se juntasen todos los miembros de la futura familia para que los niños puedan conocer a la pareja, y en su caso a sus hijos. A partir de este punto, habría que ir avanzando en función de la adaptación que consigan los miembros de la familia, si apareciese algún problema con alguno de sus miembros lo recomendable es solucionarlo antes de dar ningún paso más.

A pesar de que toda esta adaptación vaya bien, cuando la familia conviva hay que seguir adaptándose a los cambios, ya que al igual que una pareja que no tiene hijos tiene que llegar a acuerdos una vez se van a vivir juntos, lo mismo tiene que hacer una familia reconstituida. Es muy importante la comunicación, establecer una serie de normas que han de cumplirse y para que no haya problemas futuros establecer los roles y quién puede tomar qué decisiones.

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Instrumentalización de los hijos en las separaciones

Cada día se separan parejas y matrimonios.

Esto como premisa no debería ser un problema, las relaciones no siempre funcionan como nos gustaría a veces simplemente no es la persona adecuada, otras hay algo más de por medio. Pero ¿qué pasa cuando en una relación de pareja que termina hay hijos?

En primer lugar creo que es importante que sepamos que no por mantener unida a la pareja los hijos van a estar mejor. Si los padres están todo el día discutiendo, peleándose delante de los hijos o incluso involucrándolos pidiendo que se posicionen de parte de uno de ellos será mucho más dañino para ellos que sigan juntos a que se separen. Por otro lado si la pareja tiene claro que no pueden seguir juntos y han intentado todo para poder mantenerse unidos (o uno de ellos está decidido a no seguir juntos) lo mejor es hacerlo cuanto antes y de forma definitiva. No es bueno dar falsas esperanzas a los hijos sobre que puede que vuelvan a convivir con sus dos padres.

Una vez dicho todo esto, lo ideal sería una ruptura «pacífica». con esto quiero decir que lo mejor sería llegar a un acuerdo entre los padres de cuáles van a ser las condiciones de la separación, cómo van a organizar la custodia del hijo o hijos, etc. Lamentablemente, cuando la razón de la ruptura es una infidelidad por parte de uno de los miembros de la pareja o un hecho que el otro miembro interpreta como una traición es muy difícil poder llegar a este tipo de acuerdos y lo más habitual es la instrumentalización del hijo.

Instrumentalizar a un hijo quiere decir que uno de los miembros de la pareja utiliza al hijo como «arma arrojadiza» para hacer daño a la otra persona. Lo más típico en estos casos es no permitir que vea a hijo, convencer al hijo para que no quiera ver a la otra persona, hablar mal de la otra persona o contarle cosas que ha hecho la otra persona para hacerle daño (que no tienen por qué ser ciertas y que además no debería conocer de esa manera el hijo).

De esta forma, la persona que ha instrumentalizado al hijo consigue que éste no quiera ver al otro progenitor, o que aunque quiera no puede hacerlo; bien porque no se lo permiten o bien porque tiene miedo de hacer lo que, en ocasiones bajo amenazas, le ha prohibido el progenitor con el que convive.

Este tipo de situaciones suelen acabar en los Juzgados debido a los conflictos que genera y se trabaja con ellas a través de la mediación familiar que se gestiona desde el mismo Juzgado. Muchas veces uno de los progenitores sólo puede ver al hijo en los puntos de encuentro, otras se consigue una custodia compartida.

Por todo esto creo que si tenemos una relación de pareja que no funcione bien (sobre todo si hay hijos), lo mejor que podemos hacer tanto por nosotros mismos como por nuestros hijos es intentar solucionar ese problema cuanto antes y por todos los medios de que dispongamos. Y en caso de no poder resolverlo llegar a un acuerdo entre los miembros de la pareja para tener una ruptura lo más cordial que podamos para que los hijos no se encuentren confundidos y sufran lo menos posible con esa situación. También es importante explicar al niño la situación, hacerle saber que va a poder ver a sus dos padres, aunque ellos no estén juntos y que no es culpa suya que haya ocurrido esa situación.

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Niños hiperactivos

Respondiendo a una petición hoy quiero hablaros del trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH). Hoy en día se oye mucho hablar sobre el y creo que en primer lugar hay que saber que los síntomas de este trastorno son la inatención, la hiperactividad y la impulsividad. Estos síntomas son visibles tanto en las aulas como en casa. El niño con este trastorno mantiene durante poco tiempo la atención sobre una misma tarea, tiende a interrumpir en clase, suele estar más activo físicamente y no es capaz de controlar sus impulsos.

Es un trastorno que se manifiesta normalmente en la infancia y que afecta a un porcentaje de entre el 1 y el 7%, siendo 10 veces más probable su diagnóstico en niños que en niñas (aunque en adultos la diferencia es de 2 a 1). El 60% de los niños que lo padecen siguen mostrándolo en su vida adulta, y en este periodo puede llevar a un trastorno antisocial, al abuso de sustancias y a conseguir menos logros en el ámbito profesional.

El tratamiento más habitual de este trastorno en un primer momento es la medicación, ya que normalmente cuando se acude a consulta los niños se encuentran en un estado en el que es muy difícil llevar a cabo una terapia. Y, una vez estabilizados, se comienza con una terapia psicológica. El medicamento usado para su tratamiento es el metilfenidato (cuyos nombres comerciales son Rubifén, Ritalin, Concerta y Medikinet). Este fármaco aumenta la vigilia, inhibe el dolor y el agotamiento, y disminuye la sensación de cansancio y hambre. Su efectividad se da en 2 de cada 3 niños y combinando el tratamiento farmacológico con la terapia psicológica se puede mejorar mucho el estado del niño.

Sin embargo, es un problema que por el momento no dispone de un tratamiento que elimine totalmente los síntomas y por ello es importante educar al entorno del niño, además de al propio niño. Os dejo unos pequeños consejos para orientar a las personas cercanas a niños con este trastorno:

  • Los padres del niño deben mostrarse tolerantes pero sin permitir que el niño se vuelva caprichoso ya que sólo empeorará el problema.
  • Es muy útil fomentar la actividad física en el niño porque esto ayuda a encauzar parte de su energía en algo concreto lo que a su vez puede ayudar a mejorar su atención.
  • Se deben anticipar las reglas, es importante que el niño tenga claras las reglas del colegio y de su casa. Además, la rutina también ayuda al niño al establecerse una serie consecutiva de situaciones que ocurren diariamente.
  • Las críticas hacia los comportamientos del niño agudizan el problema por lo que es mejor elogiar y reconocer los comportamientos adecuados que realice.
  • Por último, es importante conceder pausas, que el niño tenga sus momentos para él.

Espero que esta información os sirva para conocer un poco más sobre este trastorno y para comprender que es importante un trabajo conjunto entre terapeuta, médico, familia y colegio para conseguir una buena respuesta por parte de los niños que lo padecen.