
En un post de hace poco os hablé de las emociones y de cómo puede cambiar nuestra percepción de las mismas en función de la situación. También os hablaba de la importancia de cómo las llamamos; si las dividimos entre buenas y malas o si las clasificamos como agradables y desagradables.
En el post de hoy, como os dije, quería hablaros un poco sobre el tema del positivismo. Creo que es muy bueno que intentemos ser positivos en nuestro día a día, pero como ya comenté hay ocasiones que no van a tener un punto positivo. En nuestra vida ocurren muchas cosas día tras día; algunas de las cuales las percibimos como algo bueno porque son agradables y otras las percibimos como algo malo porque nos resultan desagradables o incómodas. Como veis hago una distinción entre cómo estamos evaluando algo (como lo percibimos) y cómo nos hace sentir.
Esta diferenciación me parece importante porque si lo que percibimos lo tomamos como algo intrínseco a la emoción en sí, estamos ante algo que no podemos controlar. De esta forma si es bueno nos encontraremos bien pero si es malo nos encontraremos mal, como algo automático. En cambio si lo separamos podemos pararnos, relativizar un poco esa emoción y quizá modular el impacto que tiene sobre nosotras. Obviamente, todos sabemos que en la vida hay situaciones que no podemos evitar ni controlar, lo que sí podemos controlar es nuestra percepción de las mismas y el impacto positivo o negativo que tienen en nosotras.
En cuanto al positivismo, os comentaba en el otro post que no siempre es algo bueno. Si siempre estamos intentando buscar el lado positivo, vamos a cargar con una presión importante por intentar obligarnos a nosotros mismos a ser felices todo el tiempo. Como decía, hay situaciones que no podemos controlar y que son desagradables, en estos casos, el intentar ser positivos nos puede frustrar u obligar a reprimir emociones que percibimos como malas. Si esto nos ocurre, con el tiempo podemos desarrollar síntomas o cuadros de ansiedad y/o depresión por la carga que nos supone.
Por todo esto, creo que una buena forma de intentar ser positivos es acompañando este positivismo con realismo. Es decir, si la situación que estamos viviendo no está bajo nuestro control y es desagradable deberíamos dejar fluir esas emociones, que irán pasando poco a poco. Creo que es importante saber aceptar esas emociones porque forman parte de la vida. En el caso de que la situación tenga un punto positivo es importante centrar nuestra atención en él, pero sin obsesionarnos. Si nos paramos a pensar, la mayoría de las situaciones tienen su lado bueno y su lado malo, por ello podemos valorar ambos y prestar más atención a lo que nos resulta agradable.
Mi recomendación es que intentéis ser positivos en vuestro día a día pero que sepáis aceptar aquellos momentos y emociones desagradables sin tener la obligación de estar bien y felices todo el tiempo. Las obligaciones que nos autoimponemos son las que a largo plazo nos limitan, nos frustran y nos generan un malestar importante en nuestras vidas.