
Hoy en día nuestra vida está totalmente conectada a las nuevas tecnologías. En nuestros Smartphones llevamos todo, desde las fotos con amigos y familiares hasta el acceso a nuestra cuenta bancaria. Es cierto que poder llevar todo lo que necesitamos en un dispositivo que nos cabe en el bolso (o en el bolsillo) es muy práctico, pero también tiene sus inconvenientes.
La tecnología nos facilita la vida a la hora de realizar muchas gestiones: podemos buscar una dirección en Internet y con el GPS saber cómo llegar, encontramos planos de metro, horario de autobuses y teléfonos de restaurantes, hoteles, etc. Pero también podemos hacer un uso excesivo de estas nuevas tecnologías, y por ello no ser capaces de salir de casa sin nuestro móvil o estamos tan pendientes de él que no somos capaces de tener interacciones sociales (como reuniones con amigos, estar en clase o incluso en el trabajo) sin que su uso interfiera en ello.
Hay estudios que revelan que un porcentaje importante de la población lee menos a causa del Smartphone, también que lo usan durante las comidas y más de la mitad de las personas a las que se les preguntó están usándolo cuando socializan con otras personas. Este nivel de uso de las nuevas tecnologías, puede llegar a convertirse en una adicción que tiene las mismas manifestaciones que el abuso de las drogas; es decir, se da una pérdida de control respecto al uso, aparece la ansiedad, la depresión y la irritabilidad ante la imposibilidad temporal del acceso a la red, etc. Además en casos más extremos, la persona puede llegar a distanciarse de su vida real creando una ficticia en la red con su propia versión de la realidad.
Hay personas que llegan a desarrollar esta adicción debido ciertas características de la personalidad (impulsividad, disforia, intoleracia a estímulos displacenteros, etc.), también influye la timidez exagerada, la baja autoestima o el rechazo de la imagen corporal. Sin embargo, el ambiente también influye, el estar dentro de un grupo que usa constantemente las nuevas tecnologías o incluso la presión social que genera la necesidad de estar conectado todo el tiempo para no quedar aislado del grupo.
Esto está generando un problema social y está provocando la pérdida de la comunicación real en muchas personas. Las redes sociales nos brindan un universo de posibilidades que nos permite expresarnos libremente, establecer relaciones con otros y retomar el contacto con personas con las que lo habíamos perdido. Pienso que es importante todo lo que nos ofrecen las redes sociales pero tenemos que saber hasta qué punto las necesitamos y cuándo empiezan a interferir en nuestra vida real.
Creo que todos deberíamos hacer una pausa, evaluar nuestra situación y «desconectarnos» de vez en cuando para poder mantener una mente sana. Como siempre os digo, buscad el contacto con vuestros amigos y familiares, realizad actividades gratificantes y sobre todo vivid la vida real y no a través de una pantalla.