
¿Qué es y cómo se desarrolla la autoestima?
En post anteriores ya hemos hablado sobre la autoestima y su impacto en nuestra vida a todos los niveles. Hoy queremos profundizar un poco más en ello explicando de nuevo qué es y cómo influye en nuestra forma de comunicarnos.
La autoestima es, dicho de forma genérica, el amor a uno mismo o la valoración que hacemos de nosotros mismos. Nuestra autoestima será más alta o más baja en función de si esta valoración que hacemos es más positiva o más negativa. La autoestima parte del autoconcepto, que está relacionado con los diferentes ámbitos de nuestra vida. Estos ámbitos son nuestro aspecto físico estético y funcional, la forma de relacionarnos con los demás, nuestra personalidad, cómo nos ven los demás (partiendo tanto de lo que nos dicen como de lo que nosotros creemos que piensan), nuestro desempeño en el trabajo o los estudios, nuestro funcionamiento mental (capacidad para resolver los problemas, para aprender, etc.) y nuestra sexualidad.
La autoestima es algo que se va construyendo a lo largo de nuestras vidas, y que comienza en la infancia pero puede modificarse a lo largo de los años. Su construcción depende, en los primeros años principalmente de lo que nos digan y nos demuestren los demás. Por ejemplo, si a un niño se le dice que es muy listo y se le refuerza positivamente cuando realiza actividades de desarrollo intelectual; ese niño se verá válido y se sentirá seguro, por lo que realizará más ese tipo de actividad mejorando sus capacidades y confirmando lo que ya le han dicho. Además, al verse capaz se sentirá bien consigo mismo, con lo que su autoestima se elevará.
A partir del momento en el que empezamos a desarrollar nuestras capacidades de razonamiento y juicio, empezamos a hacer estas valoraciones nosotros mismos. Habitualmente comparamos nuestras habilidades con el grupo de iguales o con los estereotipos que nos ofrece la sociedad, y en función del parecido nos valoramos positiva o negativamente. Si partimos de una autoestima baja en la infancia, será más difícil hacer valoraciones positivas porque hay una tendencia a infravalorar nuestros éxitos y sobrevalorar los de los demás, que es lo que se ha aprendido de niños. Si nuestra autoestima es buena en la infancia, en esta etapa nos valoraremos más positivamente y seguirá aumentando.

Consecuencias de nuestro nivel de autoestima
Ahora bien, todo esto está claro que nos afecta a nosotros mismos y a cómo nos sentimos; pero, ¿qué influencia tiene en nuestra forma de comunicarnos y qué repercusión tiene ésta última? Cuando nuestra autoestima es baja tenemos tendencia a ser más introvertidos y a presentar un comportamiento más inhibido cuando nos relacionamos con otros. Esto tiene varias consecuencias; por un lado, al ser más introvertidos nos relacionaremos menos con los demás e intentaremos pasar desapercibidos, por lo que nuestro grupo de amigos será más reducido y nuestra relación con la mayoría de ellos será más superficial. Por otro lado, nuestro comportamiento inhibido afectará a la forma en la que nos comunicamos con los otros, de forma que mostraremos más fácilmente nuestra inseguridad y cederemos antes a las peticiones que nos hagan otras personas (incluso poniendo estas peticiones por encima de nuestros deseos o necesidades).
Sin embargo, si nuestra autoestima es alta seremos más extrovertidos, tendremos más relaciones sociales, nuestro grupo de amigos será mayor y tendremos tanto relaciones más superficiales como amigos más íntimos. Y en cuanto a nuestra forma de comunicarnos aprenderemos a ser más asertivos. La comunicación asertiva nos permitirá valorar cuándo atender a la petición de alguien y cuando no, hacer peticiones a otras personas de forma correcta (no exigiendo ni realizando acusaciones) y también a aceptar que nos digan que no a una petición que hagamos. Sería una forma de comunicación en la que te respetas a tí mismo y a los demás, sin necesidad de hacer cosas contra tu voluntad y sin faltar al respeto de los otros.
Por último, hay una tercera forma de comunicación, que sería la agresiva. En ésta depende más de los valores y creencias que tengamos que de nuestro nivel de autoestima; ya que en caso de autoestima baja puede ser una forma de defenderse aunque no se le haya atacado, y en el caso de una autoestima alta puede ser un deseo de demostrar que está por encima de los demás. Quien usa este tipo de comunicación no hace peticiones sino que exige que se haga, no acepta que le nieguen algo que ha pedido y suelen anteponer sus deseos a los de los otros y a las necesidades de los demás.
El hecho de que existan estos tres tipos de comunicación no significa que una persona se comunique el 100% de las veces de esa forma, sino que tiene una tendencia comunicarse más de un modo que de otro. Todos podemos tener los 3 tipos de comunicación, en función de la situación concreta, de la persona con la estemos hablando etc. Aunque como podéis observar, lo más correcto sería intentar comunicarnos la mayor parte del tiempo de forma asertiva.
Más adelante, os hablaré un poco más sobre los tipos de comunicación y qué podemos hacer para ir cambiando poco a poco nuestro estilo de comunicación por uno más adecuado. Además, os explicaré cómo nuestro estilo de comunicación nos puede ayudar también a mejorar nuestra autoestima.