
En las enfermedades psicológicas se suelen dar diferencias si quien la padece es un niño o un adulto. Hay síntomas que se dan de igual manera en ambos pero hay otros que tienen una expresión distinta. Por eso, hoy quiero retomar el tema del Déficit de Atención e Hiperactividad para daros una visión un poco más general de la enfermedad.
En post anterior que publiqué sobre el TDAH me centré en los síntomas que presentan los niños y en unas sugerencias para quienes tratan con niños que padecen esta enfermedad. Aunque en la vida adulta muchas personas que de niños presentaban esta enfermedad ya no tienen síntomas, sigue habiendo un pequeño porcentaje que no la termina de superar.
Esta enfermedad, a nivel general, tiene tres grandes características a nivel de síntomas:
- Déficit de atención que se refleja en no prestar la suficiente atención a los detalles, cometer errores por descuido, realizar un trabajo más sucio y descuidado y por tener dificultades para finalizar las tareas (ya que pasan de una a otra sin acabar ninguna de ellas). También tienen dificultades para seguir órdenes y organizar tareas.
- Hiperactividad que como dije, en niños podemos ver que no para de moverse o corretear y en adultos aunque eso se controla más sí que presentan síntomas de inquietud y dificultades para realizar actividades sedentarias.
- Impulsividad que provoca realizar comentarios fuera de lugar, interrumpir a menudo a los demás cuando están hablando o inmiscuirse en los asuntos de otros.
Las personas con este trastorno suelen evitar las tareas que exigan dedicación personal y esfuerzo mental sostenido, además de que suelen ser olvidadizos, no escuchan a los demás (por la falta de atención) y les cuesta atender a las conversaciones.
Finalmente, y como he dicho antes, hay un porcentaje moderado de personas que pueden eliminar sus síntomas al llegar a la edad adulta, otros mantienen solo algunos de sus síntomas y un porcentaje pequeño pueden mantener el cuadro completo que presentan los niños.