Publicado el

¿Qué implicaciones emocionales conlleva la situación laboral actual?

Hoy queremos continuar con un tema relacionado con el post anterior. La semana pasada analizábamos cómo ha influido el situación laboral actual en el desarrollo de nuestras vidas. Hoy, queremos abordar cómo vivimos esta situación y cómo nos afecta en cuanto a nuestras emociones y sentimientos.

El hecho de que las ofertas de trabajo sean escasas, temporales y cuyos salarios son bajos nos genera una serie de emociones negativas. Dependiendo de la situación en la que nos encontremos podemos sentir frustración, impotencia, ansiedad, desánimo e incluso una tristeza profunda. Esta forma de sentirnos responde a cuál es nuestra situación concreta y cómo nos vemos a nosotros mismos al enfrentarnos a ella. Por ejemplo, si la situación es que nos rechazan sistemáticamente en las ofertas de empleo a las que nos presentamos, pero pensamos que tenemos las cualidades necesarias podemos sentir frustración e impotencia. Sin embargo, si llevamos mucho tiempo buscando empleo y, aunque nos citen para entrevistas, no terminan de contratarnos hagamos lo que hagamos (probando diferentes estrategias tanto al presentar el currículum como durante las entrevistas) podemos sentir tristeza. En este caso, probablemente los constantes rechazos nos afecten al autoestima, haciéndonos creer que quizá realmente no tengamos las cualidades necesarias para ninguno de esos trabajos y que quizás solo podamos optar a empleos que realmente no nos satisfagan al no pedirnos muchas habilidades.

Esta falta de empleo también afecta a quienes sí tienen un trabajo. Quizá haya gente que piense que aquellos que tienen trabajo no tienen derecho a quejarse. La cuestión es que muchas de esas personas no están desempeñando el trabajo que les gustaría, o en caso de hacerlo, no con las condiciones laborales que desean, pero ¿por qué no intentan mejorar su situación o cambiar de trabajo? Muchas de estas personas pueden pensar que no tienen derecho a quejarse precisamente porque tienen un trabajo y eso hace que no reconozcamos nuestros derechos. Las empresas tienen derecho a elegir qué tipo de personas o perfiles profesionales son los que quieren para trabajar con ellos, pero el contrapunto es que nosotros también tenemos derecho a decidir dónde queremos (o no) trabajar. Sin embargo, cuando nos ofrecen un puesto de trabajo muchas veces no nos paramos a valorar si las condiciones son adecuadas al puesto o si las obligaciones y derechos son los que deberían ser, aceptamos el puesto tal cual nos lo ofrecen. Es importante que recordemos que tenemos derecho a mejorar nuestra situación, tengamos o no un trabajo, si no tenemos un trabajo podemos buscar algo temporal y que nos sea más accesible, pero una vez logrado no debemos acomodarnos sino buscar algo con lo que nos sintamos realizados.

Por último, creo que es importante que nos valoremos, que valoremos nuestras capacidades, que valoremos nuestras habilidades y que seamos capaces de ver el potencial que tenemos. Es importante tener expectativas realistas, pero eso no significa que tengamos que resignarnos a las opciones más fáciles (y normalmente menos gratificantes), sino que debemos luchar por conseguir trabajar en lo que nos gusta. Trabajar en algo que nos gusta y que tiene un significado para nosotros no sólo nos beneficia a nosotros, porque el sentirnos bien con lo que hacemos se refleja en nuestro trabajo y se transmite a quienes nos rodean. Así que cómo reflexión final, evaluad vuestras capacidades y habilidades, contrastadlas con vuestras expectativas, y si éstas son realistas, buscad el camino para alcanzar esas metas.