
Cada día vivimos muchas situaciones diferentes y todas ellas tienen un impacto sobre nosotros, ya sea positivo o negativo. A menudo tenemos claro que esas situaciones son el resultado de alguna acción que nosotros mismos hemos realizado. A veces, el resultado es el que esperábamos conseguir, otras veces no.
Esto se debe al locus de control. El locus de control es una variable de personalidad, que es relativamente estable, y refleja la atribución que hacemos sobre el origen causal de las situaciones que ocurren en nuestra vida cotidiana. Es decir, es algo subjetivo que percibimos, no es un hecho objetivo sino que depende de nuestras propias creencias.
El locus de control es un continuo cuyos extremos serían el locus de control interno y el locus de control externo. El locus de control interno (si vamos al extremo) significa que todos los resultados son consecuencia de nuestras acciones (sean estos resultados positivos o negativos). Por otro lado, el locus de control externo (yendo de nuevo al extremo) significa que todos los resultados son consecuencia de un agente externo.
Locus de control interno vs. locus de control externo
Partiendo de aquí, como he dicho podemos planear una acción para conseguir un resultado concreto, y este puede lograrse o no. Según sea nuestro locus de control haremos una atribución diferente.
En el caso del locus de control interno cuando hemos logrado lo que nos proponíamos, nos sentiremos bien con nosotros mismos y orgullosos ya que nuestras acciones han logrado el objetivo. Sin embargo, si no hemos logrado lo que nos proponíamos podemos o bien buscar otro modo de conseguir ese objetivo (cuando pensamos que el resultado depende de nuestras acciones) o si pensamos que el resultado depende de nuestras cualidades personales nos frustrará, nos generará sentimientos de no ser capaces y de impotencia (e incluso puede tener un impacto negativo en nuestra autoestima si el objetivo era importante para nosotros).
Por otro lado, cuando el locus de control es externo y hemos tenido éxito en lograr el objetivo, nos sentiremos felices por haberlo conseguido pero agradeceremos la acción a agentes externos, pensando que es por la acción de otros. En el caso de haber fracasado con este tipo de atribución, pensaremos que nada podemos hacer ya que todo depende de personas o acciones sobre las que no tenemos ningún tipo de control. Este tipo de locus de control, si se repiten consecuencias negativas lleva a la indefensión aprendida sobre la que ya os hablé en otro post. Esto es una falta de reacción ante las situaciones por la creencia de que no somos capaces de hacer nada para mejorar ni para cambiar lo que está ocurriendo. Nos resignamos a que las cosas ocurran, sin tomar partido en ellas, aunque éstas sean negativas o nos hagan daño del algún modo.
¿Qué impacto tiene el locus de control?
En primer lugar, el locus de control influye durante nuestro desarrollo personal e influye directamente sobre la personalidad que vamos desarrollando durante nuestras etapas de aprendizaje. Como ya he dicho, si el locus de control es interno la persona se responsabilizará de sus acciones y se atribuirá tanto el éxito como el fracaso, y generalmente tratará de buscar soluciones alternativas cuando fracase en algo. Si por el contrario la persona tiene un locus de control externo, atribuirá tanto sus éxitos como sus fracasos a agentes externos, por lo que tendrá una percepción de no poder hacer nada para cambiar su vida o las situaciones que le gustaría que fueran distintas.
Esto puede influir en el desarrollo de una buena autoestima, de autoconfianza o de desarrollar una actitud más extrovertida en el caso de tener un locus de control interno; o tener una autoestima baja, sentimiento de impotencia o una actitud inhibida en el caso de tener un locus de control externo. Además, en este segundo caso la persona tiene más probabilidades de sufrir indefensión aprendida (que a largo plazo reforzará su locus de control externo).
Sin embargo, y como os habréis dado cuenta al leer este post, en todo momento he hablado de los extremos. La mayor parte de las personas tenemos un locus de control mixto, hay personas en quienes predomina el locus de control interno y otras en quienes predomina el locus de control externo (hay diferentes grados), pero en general no solemos atribuir todo a nosotros mismos ni todo a agentes externos.